El objeto a medir es el centro de atención en toda aplicación. La tarea es determinar su temperatura exactamente y con precisión.
Sean sólidos, líquidos o gases, todo objeto a medir representa un caso particular y específico para un sensor infrarrojo. Esto se debe a que su estado es específico del material y de la superficie. Muchos productos y líquidos orgánicos pueden, por ello, ser medidos sin necesidad de medidas especiales. Por otra parte los metales, en particular los que tienen superficies reflectantes, requieren consideración especial.
Si la reflexión y transmisión son iguales a 0, esto es un cuerpo ideal para medir que se denomina "cuerpo negro", cuya energía irradiada se puede calcular mediante la fórmula de radiación de Planck. Dicho cuerpo ideal tiene una emisividad ε = 1.
Sin embargo, en la realidad, dichas condiciones ideales no existen.
La transmisión y la reflexión siempre interfieren en la lectura.
Un cuerpo real puede ser representado esquemáticamente, en consecuencia, como sigue:
Cuerpo gris (ε inferior a 1)
La mayoría de los cuerpos que se encuentran naturalmente se describen como "cuerpos grises".
Presentan la misma característica que los cuerpos negros.
Sencillamente, la intensidad de la radiación producida es inferior.
Esto se corrige ajustando la emisividad.
La emisividad es, por consiguiente, la relación entre la intensidad de radiación "negra" y "gris".
Los cuerpos de color son materiales donde la emisividad depende de la longitud de onda y por consiguiente de la temperatura.
Esto quiere decir que dicho cuerpo presenta diferente emisividad p. ej. a +200 °C que a +600 °C.
Este es el caso de la mayoría de los materiales metálicos.
Aquí se debe observar que la emisividad ε se determina a la que se supone que es la temperatura de medición correcta.